miércoles, 28 de enero de 2015

Por favor que alguien acabe con la moda de las Open Office

Os compartimos este artículo que aunque no es realmente de la temática de este blog, es bastante bueno y nos da qué pensar..... esperamos que os guste.

Por favor que alguien acabe con la moda de las Open Office


Un post de ayer de Enrique Dans “La falacia de las Open Office” me ha recordado un tema que hace tiempo quería tocar. El de la moda que se está extendiendo como un cáncer de organizar los puestos de trabajo cómo oficinas de espacios abiertos, sin despachos, sin paredes e incluso sin puestos de trabajo fijos. En teoría una moda que pretende asegurar la colaboración en el trabajo y que en el fondo lo único positivo que consigue es una reducción de los costes de espacio de trabajo. Una moda a la que cada vez se apuntan más empresas dinosaurio pensando que su nueva oficina sin paredes las convertirá en algo igual de dinámico que una startups y en la nueva Facebook o Google de turno.

Para mi estamos en lo que podríamos denominar una trampa conceptual.

A lo largo de mi vida profesional he trabajado en diferentes espacios, estas han sido a grosso modo mis experiencias personales:

1- Empece cómo junior de auditoria, donde los recién llegados teníamos nuestra correspondiente “pradera” o espacio abierto, una gran mesa donde sentarnos cuando estábamos en la oficina. Por suerte en el trabajo de auditoria lo normal es que no estés en la oficina y se suele trabajar directamente en casa del cliente que te suele prestar una sala para todo el equipo. Obviamente era un espacio sin intimidad pero en general al estar todo el equipo trabajando en el mismo proyecto la experiencia fue positiva. El ritmo de todos era similar y la comunicación era muy efectiva tanto en lo relacionado con el trabajo cómo para mantener todo tipo de otras conversaciones que al final son necesarias para el ser humano. La cosa era muy diferente en la “pradera” de las oficinas centrales donde cualquier conversación podría molestar a los que tenías a tu alrededor. Trabajar concentrado de forma intensiva en la pradera era casi imposible y aunque el silencio era casi absoluto lo que más que una pradera lo convertía en un deprimente cementerio la productividad en ese espacio era realmente baja.

2- En mi segundo trabajo en el lugar que me asignaron no era un espacio abierto sino más bien un rincón que se parecía más a un despacho compartido por tres personas. Cómo nuestros trabajos estaban bastante relacionados, aunque no trabajábamos en los mismo, la comunicación y el intercambio de ideas era fluido y el espacio era apropiado para poder desarrollar trabajos que requerían un nivel de concentración medio-alto. Sin embargo un par de veces pedí permiso para trabajar un par de días desde casa al tener que acabar un par de proyectos que requerían máxima concentración. En general compartir espacio común con un grupo reducido de 2 a 4 personas con trabajos relacionados ha sido para mi una experiencia satisfactoria.

3- En mi tercer trabajo llegué a una empresa en donde todos teníamos un despacho personal. A parte de un problema de coste para la empresa al tener que disponer de más espacio, yo sigo sin ver cuál es el problema de los despachos individuales. En cuanto a comunicación no creo que exista ningún tipo de problema o al menos yo no lo he tenido. Puerta abierta siempre salvo en los momentos puntuales que necesitas tener máxima concentración o estés atendiendo una visita. Además si trabajas en un proyecto con 2 o 3 personas el despacho individual es el lugar ideal para mantener reuniones con el equipo, intercambiar opiniones o incluso trabajar juntos sin molestar a nadie. Además es un lugar ideal para poder mantener conversaciones informales que tan necesarias son en las relaciones con los seres humanos. Para mi el despacho individual es el que me ha permitido tener una mayor productividad y en el que psicológicamente me he sentido más cómodo.

4- Por último en el que podríamos denominar mi cuarto trabajo pasé del blanco al negro. Una configuración infernal de un enorme espacio abierto en donde trabajaban unas 60 personas en el mejor de los casos separados por mamparas bajas y con dos diminutas salas de reuniones que siempre estaban ocupadas y que había que reservar con antelación. Mi primera impresión el primer día que llegué es que en ese lugar había un enorme  mal rollo. Diez horas seguidas con todo el mundo con la cara seria pegada en el ordenador en donde casi no se intercambiaba una palabra… ¿Es esa la gran comunicación que favorece las Open Office? El motivo era claro, con 60 personas cada uno trabajando en lo suyo eso era lo más parecido a una biblioteca en donde cualquier ruido molesta. Recibir una llamada por teléfono era todo un problema, ¿cómo hablar sin molestar a nadie? para no hablar de la intimidad. Posibilidad de bromear con algún compañero, casi ninguna o tocaba hacerlo con susurros. Una pesadilla, casi imposible no deprimirse. A mi la única idea que me fluía en este entorno era la de cuanto tiempo faltaba para poderme ir a casa.

Y no lo digo solo yo:

No se quién fue el que se inventó el concepto de las open office pero sin lugar a duda creo que debería  ser algún tipo de jefe perverso. En 1997 una gran compañía petrolera le pidió a una grupo de psicólogos de la Universidad de Calgary que monitorizará a sus empleados en la  transición de un modelo de oficina tradicional a uno tipo Open Office. A los 6 meses los resultados eran concluyentes: El nuevo espació era perjudicial, estresante. En lugar de sentirse más cerca, los compañeros de trabajo se sentían distantes, insatisfechos y resentidos, la productividad cayó en picado.

En 2011, el psicólogo organizacional Matthew Davis revisó más de un centrar de estudios sobre entornos de trabajo en la ofician. Davis encontró que en los denominadas oficinas con espacios abiertos la productividad, el pensamiento creativo y la satisfacción de los empleados caía en picado y sus empleados tenían niveles más bajos de concentración y motivación.

Resultado similar da un estudio de 2005, que concluyó que la capacidad para poder controlar el entorno tiene un efecto significativo sobre la cohesión y la satisfacción del equipo. Cuando los trabajadores no pueden cambiar las cosas de su alrededor inmediato, ajustar la iluminación o la temperatura o elegir como realizar las reuniones la moral se desploma para no hablar de la salud. Otros estudios demuestras que a más personas trabajando en un mismo espacio aumentan de forma significativa el número de personas que enferman. Dos personas compartiendo un sólo espacio enferman en un 15% más de ocasiones que cuando en un despacho esta una persona sola. En un espacio común con varias personas la tasa de los pasan más tiempo enfermos aumenta un 62%.

Y a pesar de todos las evidencias, parece que hay compañías que siguen empeñadas en lo del Open Office cómo signo de modernidad y que diseñan sus nuevas sedes como espacios sin ningún tipo de pared o despacho. Lo dicho, una organización con algún tipo de jefe perverso a la cabeza.

VÍA http://www.gurusblog.com/archives/moda-open-office/02/01/2015/

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